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Mostrando entradas de junio, 2010

La lengua de las mariposas

Pues, en secreto, ese infierno del más allá no existe. El odio, la crueldad: eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos. Don Gregorio, La lengua de las mariposas. Heme aquí, partido en mil pedazos. Se de antemano que no entenderá mis palabras quien no pretenda la libertad como un principio inquebrantable en la constitución humana, sino como algo que nos fuera dado externamente. Pero en este instante sufro por la voz reprimida de aquellos que tenían en boca algo más que el egoísmo descarado y por quien resuena en su discurso vital y diario la anhelada conquista de si mismos ante el Gran Otro. No somos maquinas, ni son maquinas aquellos que no luchen por serlo, pues para ser, es necesario primero desear ser. Aquél que impone una verdad no es otra cosa que un pintor de segunda que pretende que sus cuadros sean espectadores de su propia obra. En la enconada palabra retumba, a pesar de todo, la voz del gorrión que lucha por dejar la jaula de la imposición. Y es porque...

Quizás...

Tal vez Luis Eduardo Aute Qué hacer cuando ser uno mismo es cine de terror, qué hacer cuando el deseo es policía del amor, qué hacer cuando es un éxito matar al perdedor, qué hacer cuando la máscara le sobra al impostor Tal vez huir, huir a la vida tal vez vivir, vivir en la huida tal vez. Qué hacer cuando mirar no es ver aquello que se ve, qué hacer cuando el futuro es un espejo en la pared. qué hacer cuando el mercado de almas es dogma de fe, qué hacer cuando ser libre es preguntarse: ¿para qué? Tal vez huir, huir a la vida tal vez vivir, vivir en la huida tal vez. Qué hacer cuando los héroes persiguen un balón, qué hacer cuando es anónima la carne de cañón, qué hacer cuando los monstruos se han cargado de razón, qué hacer cuando el latido ya dispara al corazón Tal vez huir, huir a la vida tal vez vivir, vivir en la huida tal vez.

Sueños...

Soñe esa muralla que dilata nuestra muerte. Caminando frente a un largo pabellon de fusilamiento, ante mi se tendió aquella blanca y enorme pared que me protegia de Dios y su divina presencia. Caminando alrededor de la muralla vislumbre a dos angeles que, vestidos de soldados, me señalaron el punto donde una mujer hermosa me esperaria. Camine por las calles y ante ese sentimiento de perfecto final no tuve otra opción que sentirme infeliz. Luego vi a la mujer mas bella que hubiera visto en sueños, y su cara de angel y vestido tan blanco me revelaron su identidad; augurio de muerte, y suerte de principio. Supe que era la hermosa muerte y la ininterrumpida vida; cuando la bese, senti que me elevaba entre los cielos. Desperté pereciendo aun, sintiendo sus labios humedos y suaves. Si las cosas son eternas cuando hemos muerto, si no existe ni el principio ni el final, ¿como pude haberla besado? Entendi al despertar que sus labios fueron la suerte de un principio sin final. ¿O el Ser eterno ...

Recuerdo y no-lo-olvido

Dos cosas que nunca se deben olvidar: el caos es lenguaje de Dios y las palabras son el lenguaje de lo incompleto. Aqui estoy, intentando ordenar mis ideas, y sin embargo no encuentro en ellas más consuelo que el de aquel que busca en la oscuridad de algún campo nocturno por algún rastro de luz de algúna bienhechora residente. No me interesa ser budista, ¿sabes?, no encuentro remedio en el olvido del diario "aquí-estas". Busco en la filosofía algún remedio para este mal de querer expresar para todos lo individual y personal de mi continuo devenir, y recuerdo a Borges diciendo que el lenguaje requiere una experiencia compartida. Nunca! Hablen poetas por doquier y llenen mi cuarto de la melancólica libertad de ser uno sin poder ser todo lo que se ha sido ni se será. Y encuentro en las palabras aliento, a pesar de todo. Tres cosas que sería bueno recordar en estos momentos: que la música existe, que el amor es más que un químico en el cerebro, y que el hombre es mas que una esta...

Contradicción

Ser o no ser: he ahí el dilema. Nunca nadie llegaría a pensar que Shakespeare era existencialista (sobre todo porque el existencialismo es un poco más reciente). Sin embargo la reverberación de este argumento me parece infinita. Es la contradicción, intrínseca al ser humano, la que hace que estas simples palabras aparezcan ante mi como la revelación de aquél que busca, aquél que grita desesperado ante la montaña de la duda y no encuentra otra cosa que su eco, difuminado entre el pardo y el azul. Yo quisiera ser psicólogo, sin embargo me pregunto, haciendo caso a los argumentos de Freud, si lo que realmente quiero es ser mi propio salvador. No puedo dejar de notar la contradicción de una disciplina que, no solo ignora la paradoja de su existencia, sino que además la refuerza. Imaginate a un hombre, desesperado por el diario devenir incomprensible y la razón de su vida. Esto es un problema prácticamente filosófico. Tenemos al hombre que se cuestiona sobre el ser de su existencia. S...

Traveling...

Soy común a ti, separados por la lengua, la tradición y la historia. Nos une, igual que Ícaro al vuelo, las anclas que rompemos con nuestras destartaladas manos. Si te preguntas qué conozco de ti, diré que conozco el aliento y la lucha por el ingrávido fruto de un bosque oculto bajo los versos de Rubén Darío. El azul es la excusa para la búsqueda de tu rostro en las diáfanas nubes, la razón es la soledad que el lenguaje arraiga en el mío tan surcado por este libro inconcluso que son los días. No preguntes más, seamos el compartido suceso de lo innombrable. Alejandrovski Velchaninov

Una ventisca bienaventurada

Me jacto de ser un buen paisajista a pesar de no poseer siquiera la debida habilidad que toda arte plástica requiere. Conozco, sin embargo, cada centímetro de paisaje que mi ventana ofrece. Puedo recrearlo a la perfección, como un momento detenido entre dos fragmentos de tiempo; como una pintura rupestre o impresionista, que se reconstruye en mi pensamiento con inexplicable facilidad. Conozco toda perspectiva posible que mi cuarto me obsequia, y sé cómo se ve mi cama o mi guitarra desde cualquiera de sus esquinas superiores. Pero he aquí la sorpresa de que, hoy, al llegar a casa, agotado del trabajo y de sus imágenes repetitivas, vine a enterarme que algunos vientos casi huracanados han arrastrado el árbol de mi vecina y se ha caído una buena parte de sus grandes ramas en mi casa, dejando un cielo limpio de hojas, pero el suelo de mi patio lleno de ellas. Es de noche y he salido a visualizar ese espectáculo nuevo, el del nuevo firmamento que pareciera hacerme un guiño sinuoso y a...