Ser o no ser: he ahí el dilema. Nunca nadie llegaría a pensar que Shakespeare era existencialista (sobre todo porque el existencialismo es un poco más reciente). Sin embargo la reverberación de este argumento me parece infinita. Es la contradicción, intrínseca al ser humano, la que hace que estas simples palabras aparezcan ante mi como la revelación de aquél que busca, aquél que grita desesperado ante la montaña de la duda y no encuentra otra cosa que su eco, difuminado entre el pardo y el azul.
Yo quisiera ser psicólogo, sin embargo me pregunto, haciendo caso a los argumentos de Freud, si lo que realmente quiero es ser mi propio salvador. No puedo dejar de notar la contradicción de una disciplina que, no solo ignora la paradoja de su existencia, sino que además la refuerza. Imaginate a un hombre, desesperado por el diario devenir incomprensible y la razón de su vida. Esto es un problema prácticamente filosófico. Tenemos al hombre que se cuestiona sobre el ser de su existencia. Sin embargo, tenemos a este otro hombre que, maleado por la sociedad, resume su existencia en la inhospitalidad de la incomprensión y pretende suicidarse y llevarse consigo a algunas cuantas personas más. Este hombre, en efecto, tiene un problema similar que el primero, sin embargo ambos se resuelven de maneras distintas. El primero requiere de la filosfía para comprender, el segundo de la "científica" psicología para salir. La filosofía se encargará de mostrar un camino, más allá del que pudieran establecer los patrones sociales; la psicología se encargará de llevar a aquél individuo "insano" de nuevo a los senderos de aquél lugar que le convirtió precisamente en lo que hoy es. Y más allá de esto, podemos pensar incluso que ya no es, en cuanto que aquello que le convirtió de nuevo en un hombre ejemplar se encargará de convertirle tambien en el ser de aquello que no debe ser. Si, termina siendo algo al final, pero si pensaramos en la plasticidad de su propio pensamiento, notaremos que ahora el hombre es sujeto.
¿No es así siempre? dirán los deterministas posmodernos. ¿No es acaso sujeto, incluso el filósofo, por el simple hecho de usar el lenguaje para preguntarse por el sentido de su existencia? Cierto, tendría que responder. Pero también tengo que preguntar: ¿cuál es la función de usted, señor posmoderno, cuando le nombra de la manera en que le nombra?
Alejandrovski Velchaninov
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